La Educación en la primera infancia
Como se expone en la Constitución Política de
Colombia, la familia, la escuela y el estado tienen la obligación de atender a la primera
infancia, así como protegerla y garantizarle a la niñez su desarrollo integral
y armónico. Por eso es muy importante que la familia le asegure al niño y niña
el desarrollo correcto brindándole unión, seguridad, afecto y confianza en cada uno de sus actos,
así como también que se involucren, acompañen y vivencien las actividades
infantiles, ofreciéndoles lazos afectivos y despliegue de sus representaciones
simbólicas como por ejemplo: leer cuentos, escuchar anécdotas, cantar,
representar situaciones.
“La escuela puede considerarse un dispositivo cultural orientado a
producir ciertos tipos de desarrollo, a generar zonas de desarrollo próximo, en los sujetos que se incorporan a su
régimen de prácticas, con relativa independencia de las orientaciones
didácticas que se desarrollen” (Baquero, R. 2004: 171), siendo la que permite
por medio del profesorado y de estrategias, con el apoyo de la familia, fortalecer experiencias de niñas y niños
descubriendo sus capacidades, aptitudes,
destrezas, brindando oportunidades de aprendizaje, un ambiente que les permita
desarrollar sus diferentes habilidades, pero si la escuela le ofrece todo lo
contrario lo que se logrará es desubicarles, generando un conato de deserción
así como rechazo a la vida escolar. Visto así, «es muy probable que un ambiente
institucional resulte perjudicial para el desarrollo del niño si se combinan
las siguientes circunstancias: si el ambiente ofrece pocas posibilidades para
la interacción del niño con su cuidador, en una variedad de actividades, y si
el entorno físico restringe las oportunidades de locomoción y contiene pocos
objetos que el niño pueda utilizar en la actividad espontánea», Bronfenbrenner.
(2002:166), por eso es importante
contemplar que hay actuaciones y enseñanzas que matan la curiosidad infantil,
mientras que otros la estimulan permitiéndoles una mejor disposición de
aprender, analizar y comprender, así como gozar con ímpetu actividades de juego
y de explorar nuevas posibilidades de aprendizaje. Además, es importante que se
consideren las particularidades del estudiante, según Gardner (2000) «cuanto
más sepan los maestros y las escuelas sobre los alumnos y sus distintas formas
de aprender, más podrán ayudarles a adquirir las destrezas que más valor tengan
para ellos».
Es necesario integrar tanto a la familia como a la comunidad, al
proceso de aprendizaje infantil, ya que
son esenciales en el desarrollo sano del niño/a y así contribuyen a que sean
miembros útiles de la comunidad influyendo
en la educación de ellos/as, como lo refiere
Bruner, J. (1.971:173) «son fundamentales los trabajos, la
acción comunitaria bajo el control comunitario, y una buena revisión de las
oportunidades preescolares y escolares».
El profesorado ha de permanecer atento para comprobar en qué medida el
estudiante incorpora nuevos aprendizajes, pero también deberá intercambiar
información con la familia en relación con el proceso de enseñanza.